Y es que el corazón jamás olvida el lugar donde invirtió sus mejores latidos. Los momentos que te hicieron sentir adrenalina, los momentos que te hicieron sentir querido, que te hicieron vivir esa noche como si fuera la última. Esos minutos viendo el mejor atardecer de tu vida y la despedida que puso fin a tu Erasmus. El primer día de verano y esa canción que te recuerda a tu padre.